Internet está presente en prácticamente todos los aspectos de la vida. Cuesta pensar en algo que hagamos a lo largo del día que no esté relacionado con internet o las nuevas tecnologías de manera directa o indirecta. Ya sea para acceder a internet o no, el teléfono, el ordenador, las tablets… las usamos día sí y día también e invertimos en ellas una gran cantidad de tiempo. Yo misma estoy escribiendo estas líneas en un ordenador y tú las estas leyendo a través de una pantalla. Es algo que no se puede parar. Que forma parte de la cotidianidad de la gran mayoría de personas y que es ya casi un acto voluntario. ¿Cuántos de vosotros ponéis la alarma del despertador con el móvil? ¿Cuántos de vosotros usáis el teléfono para escuchar música o ver una serie? Es una realidad, las tecnologías están sustituyendo a otros objetos que antes eran imprescindibles.
Además, en los últimos años se ha ido más allá tal y como se ha demostrado con la inteligencia artificial que se va introduciendo en nuestras vidas poco a poco, tal y como están demostrando dispositivos como Alexa, el asistente virtual de Amazon; o como quiso mostrar Spike Jonze en su película Her que tan lejos nos parecía en su estreno en 2013 y que ahora no nos parece tan descabellado, ¿verdad? Por cierto, si no habéis visto esa película… ya estáis tardando. Pero, ¿y qué hay de los coches? ¿cómo se está adaptando esta tecnología al sector de la automoción? Vamos a tratar de responder estas cuestiones en Blog Autingo.
La tecnología en el sector automovilístico
¿Te suenan las siglas ADAS? Quizás no mucho, corresponden a Advanced Driver Assistance Systems y se trata de los sistemas de asistencia a la conducción que cada vez más se están implantando en los vehículos. Hoy en día, prácticamente todos los coches nuevos ya cuentan con alguno de estos sistemas que incrementan considerablemente la seguridad activa y que actúan como el preludio de la conducción autónoma. Estos sistemas van desde el frenado autónomo de emergencia con detección de peatones, la detección de ángulo muerto o el sistema de detección de fatiga, a la alerta de cambio involuntario de carril, el mantenimiento activo en el carril, la alerta de tráfico trasero cruzado o el reconocimiento de señales de tráfico.
Tal es el alcance de estos sistemas que la Dirección General de Tráfico (DGT) ha asegurado que si todos los automóviles llevaran sistemas ADAS, se produciría una reducción del riesgo de siniestro en España del 57%. Es decir, se evitarían hasta 51.000 accidentes y, por tanto, sus consecuencias se verían reducidas. Esto ya supone un gran avance en la conducción y en la manera de fabricar los coches, en los que se incorporan cámaras que son capaces de reconocer colores y tener un amplio rango de 50 a 500 metros, y de hasta 180º. Además, el uso combinado de estos sistemas ADAS con la inteligencia artificial (IA) son capaces de generar algoritmos para que estas cámaras reconozcan espacios vacíos y ofrezcan también un reconocimiento fiable de peatones, animales y objetos; y de leer letras y números en las señales de tráfico.
Aunque parezca mentira, desde los años 70 se viene experimentado con la conducción autónoma aunque lo cierto es que al no disponer de la tecnología adecuada no se han podido realizar grandes avances hasta los últimos años. Ahora, empresas como Google o Tesla ya llevan invirtiendo en ello bastante tiempo y, sobre todo, dinero. O como Toyota, que ha invertido 1.000 millones de dólares para aplicar la IA a la conducción. Todo esto está siendo más fácil gracias a la llamada cloud computing, ya que gracias a la nube se puede acceder a un banco de datos de manera rápida y generar análisis de datos o implementar sistemas de conectividad. No obstante, cada vez resuena más fuerte la implantación de la edge computing, un sistema que evitaría tener que conectarse a la nube por lo que agilizaría mucho más el proceso de recepción de datos. Esto es importante en una época como la actual en la que hay más dispositivos (25 billones) que personas (7 billones). Pero, ¿cómo se implanta en la conducción autónoma? Se calcula que un coche autónomo podría generar 4 TB de datos al día, por ejemplo solo las cámaras del coche se encargarán de transferir al sistema entre 20 y 40 Mbits por segundo. Por tanto, no se puede esperar mientras el automóvil se comunica con la nube. Para ello estaría la Edge Computing, que a través del ordenador central del coche analizaría y daría respuesta a las necesidades de la conducción en tiempo real.
Hay algunos que ya aseguran que para 2020 alrededor de 250 millones de coches estarán completamente conectados. Cifra que aumentará con la paulatina renovación del parque automotor. Gracias a la IA, hay desarrolladores como Nauto que desarrollan plataformas en la nube para rastrear hábitos de conducción inseguros, estado de alerta del conductor y riesgos de accidente. Monotorizando estos comportamientos, las plataformas ayudarán a saber qué conductores son más propensos a tener un accidente y ajustar así las primas del seguro a esta conducción. Algo que mejorará notablemente la conducción en los próximos años antes de que llegue por completo la conducción autónoma, para la que todavía habrá que esperar mínimo una década.
Cuéntanos conductor. ¿Cómo recibes estas nuevas maneras de conducir?, ¿confías en la conducción autónoma? Abrimos el debate, puedes comentarnos los que quieras aquí o en nuestras redes sociales.
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